El corto y el largo plazo
21 de enero de 2019
Por admin

Decía Keynes que, en el largo plazo, todos estaremos muertos; idea que, aunque sea una obviedad, le servía para justificar sus políticas anticíclicas a corto plazo, sin necesidad de prestar mucha atención a los efectos que aquellas pudieran tener en años posteriores. En este sentido la gran mayoría de los políticos son keynesianos. Para alguien que se encuentra en el Gobierno, la fecha de las próximas elecciones marca, por lo general, el límite temporal de su estrategia. Lo que pueda ocurrir después le parece tan lejano como incierto y difícilmente va a condicionar su actual política económica.

Aunque las medidas que adopte hoy generen problemas serios en el futuro, estos no le preocupan demasiado. Si vuelve a ganar, ya encontrará alguna forma de arreglarlos o disimularlos. Y si pierde, será otro el que tenga que enfrentarse a las dificultades.

Ante la próxima reunión del Foro Económico Mundial de Davos, su fundador y presidente Klaus Schwab ha llamado la atención sobre el peligro que supone el cortoplacismo de las políticas económicas de muchos países en la actualidad. Y tiene razón.

Lo peor que se podría hacer en estos momentos es adoptar medidas para salir del paso y no aceptar que los problemas realmente importantes exigen reformas serias. Y ponerlas en marcha requiere entender que el mundo ha cambiado de forma sustancial en las últimas décadas gracias al progreso técnico y a la globalización. Una mayor protección de determinados sectores frente a la competencia, interna o externa, o exigir al Estado medidas para mantener los puestos de trabajo en actividades que van a desaparecer o van a trasladarse a países en desarrollo y garantizar los ingresos a quienes en ellas trabajaban son propuestas que están hoy en la agenda política de muchos gobiernos. Las ventajas en el corto plazo para el gobernante que las lleve a cabo son evidentes, pero los costes pueden ser muy elevados, en especial si tales medidas se generalizan.

Aunque, a largo plazo, todos acabemos muertos, nuestros hijos morirán más tarde; y les estamos dejando un mundo bastante complicado. Aún estamos a tiempo de abandonar el populismo y rectificar el rumbo. Pero muchos políticos pensarán que su preocupación es otra: ¡el año que viene tenemos elecciones! 

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