Empresas públicas y medios de comunicación
30 de julio de 2018
Por admin

La justificación que se ha utilizado, por lo general, para la creación de empresas públicas es que estas pueden producir bienes o servicios en sectores en los que la iniciativa privada no entraría, o lo haría de forma insuficiente. Son pocos, sin embargo, los sectores que cumplen esta condición, y en ellos no creo que se encuentren ciertamente las empresas públicas que controlan medios de comunicación.

Cualquier observador imparcial de la realidad española es consciente de que las numerosas emisoras públicas de televisión y de radio que existen en nuestro país no han tenido nunca como objetivo ofrecer un servicio descuidado por las empresas privadas, sino ser (en grado diverso, hay que reconocerlo) un instrumento de propaganda en manos del partido en el poder, tanto en el estado como en las comunidades autónomas. El bochornoso proceso de renovación del Consejo de Radio Televisión Española en el que todavía estamos inmersos ha puesto de manifiesto que si hay algo que interesa al nuevo Gobierno no es precisamente la objetividad informativa, sino disponer de un medio de comunicación a su servicio; pensando, sin duda, que, dado que antes la televisión pública estaba, en su opinión, al servicio del PP, ahora debería ser un instrumento en sus manos para manipular la información en su propio interés.

Y el problema tiene mala solución. Porque si hubiera un partido que, al llegar al poder, decidiera no controlar los medios de información de titularidad pública, lo único que conseguiría sería garantizar una cierta imparcialidad en ellos mientras durara su mandato; sabiendo que existe una muy alta probabilidad de que, tan pronto otro partido ganara unas elecciones, este se apresurara a hacerse con el control del medio mediante el nombramiento de personas afines.

Esto no significa que no tenga sentido la existencia de radios o de televisiones públicas, pero estas deberían centrar su actividad en una programación no cubierta por las emisoras privadas (música clásica, teatro, programas culturales, deportes minoritarios etcétera); lo que, por cierto, hace ya alguna emisora propiedad del Estado.

Pero, por favor, que no adoctrinen a la gente mediante programas supuestamente informativos. 

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