España, una historia de crecimiento económico
23 de septiembre de 2017
Por admin

Leandro Prados de la Escosura acaba de publicar un libro de calidad poco usual: Spanish Economic Growth, 1850-2015. Es el resultado de una larga dedicación de su autor a la historia económica de España y se enmarca dentro de sus anteriores estudios sobre el bienestar individual y su medida en el mundo en su conjunto. Los trabajos estadísticos como, sobre todo, éste de Leandro Prados proporcionan unos conocimientos indispensables a quienes cultivan las otras ciencias sociales. Permiten corregir nociones ampliamente difundidas sobre la historia de España y su situación actual. Sin el conocimiento de la historia de las ideas y de los hechos, los conceptos y propuestas de los prácticos de la política económica se quedan en la superficie, cuando no yerran del todo. Es éste, pues, un trabajo que economistas, politólogos e historiadores de nuestro país no pueden de ninguna manera pasar por alto.

Pese a lo denso de su materia, el libro es muy manejable. Una primera parte de menos de 60 páginas, que el autor titula Grandes tendencias, resume las evidencias que resultan de las estadísticas históricas confeccionadas por el autor y esboza algunas de las conclusiones primeras que de ellas se deducen. Tras exponer y desmenuzar el significado del PIB, ese concepto que tanto utilizamos y que tantos critican por considerarlo demasiado estrecho, insiste en lo revelador que es el PIB per cápita, una estadística que se ciñe muy de cerca a la evolución del bienestar individual. Luego, con la ayuda de didácticos gráficos, traza la evolución económica de España durante los últimos 175 años. Los fenómenos que considera hablan por sí mismos del interés de libro: el Producto Doméstico Bruto (PDB) y su composición; el PDB por persona; la evolución de la productividad del trabajo; el desarrollo español comparado; y la distribución de la renta y el bienestar.

En una segunda parte, que titula Medición, explica el método con el que ha ido construyendo cada uno de los índices, detallando sus fuentes, tanto de datos como de trabajos de otros historiadores. Diré de paso que así queda patente la riqueza de la aportación española a la historiografía económica durante el siglo veinte. Volviendo a la medición, uno de los puntos más interesantes del trabajo de Prados es cómo ha rellenado las lagunas de las diversas estadísticas de faltas de datos o cómo ha empalmado series estadísticas de confección y fechas distintas.

La tercera parte consiste en 168 páginas de apéndices, en los que recoge las cifras que ha compilado para realizar el estudio. Así se une a la costumbre de los historiadores cuantitativos de presentar todos sus datos de base, para que otros investigadores puedan analizar sus cálculos y someterlos a crítica.

La tendencia secular de la economía española de 1850 a 2015 es de crecimiento continuo, como corrobora la notabilísima tasa media de crecimiento del PDB real de un 2,4% acumulado cada año. En este avance hubo duras inflexiones, como la de 1868; la que coincidió con la independencia de Cuba (que no fue tan favorable como se dice); la de la Guerra Civil y su posguerra; y la caída del 8% real del producto durante la Gran Recesión de la que apenas nos estamos recuperando. Con todo, no debe olvidarse que la actividad económica de España se ha multiplicado de 1850 a 2015 nada menos que por un factor de cincuenta. En esto España no es ni mucho menos la líder las naciones más dinámicas, aunque ha mostrado una notable tendencia a la aproximación a partir de 1955.

‘El milagro del capitalismo’

Un crecimiento tan notable del conjunto de las naciones adelantadas en un siglo tan conflictivo como el XX dice algo de lo que gusto en llamar ‘el milagro del capitalismo’. En este mismo sentido, llama la atención que los frutos del crecimiento pasaron a mejorar el nivel de vida de los españoles, con lo que el consumo presente no hubo de sacrificarse en favor del consumo futuro, como ocurrió con la política de industria pesada en los antiguos países socialistas.

Cuando el libro pasa a estudiar las ondas más cortas alrededor de la tendencia secular, los resultados son también muy reveladores. Por ejemplo, se confirma la intuición de muchos de nosotros de que el denostado período liberal del s. XIX gozó de vivo crecimiento, pese a guerras y golpes militares; en contraste con la pérdida de impulso durante la época proteccionista de la Restauración, cuyo arancel favoreció la industrialización diferencial de Cataluña y el País Vasco a costa del resto de España. También hay que destacar la clara relación entre la gradual apertura a la competencia del comercio exterior y el crecimiento acelerado de la producción a partir de 1950, y sobre todo tras la estabilización y devaluación de 1959.

Otro de los muchos resultados notables que deberían llevarnos a reflexión es el recogido en el gráfico sobre la igualdad, medido por el índice de Gini. La desigualdad tuvo dos máximos en 1918 y 1953, pero con la Transición a la democracia y la llegada del Estado de Bienestar la desigualdad en España ha caído dramáticamente y se mantiene baja, pese a los efectos negativos de la última crisis. Esperemos que ésta no sea un primer episodio de insuficiencias fiscales más profundas.

Los resultados de esta investigación histórica de Prados de la Escosura son tan sugerentes que estoy seguro que el autor mismo ahondará pronto en ellas para obtener todo el fruto de su inmensa labor

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