Francia: proteccionismo a las urnas
22 de abril de 2017
Por admin

Mañana, 23 de abril, hay elecciones presidenciales en Francia. Coincidiendo con ellas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar el “World Economic Outlook”, donde muestra un cierto optimismo sobre el crecimiento mundial, aunque alerta sobre el riesgo de una «guerra comercial» alimentada por las presiones proteccionistas y populistas en Estados Unidos y Europa.

Estos comicios franceses son un acontecimiento en el que se pone de manifiesto una vez más la pugna entre los partidarios de la libre competencia, que consideran que el mercado es el mejor mecanismo para lograr una asignación eficiente de los recursos; y los defensores del intervencionismo y el aislacionismo que siguen campando por Europa.

Según el FMI, son precisamente estos movimientos nacionalistas los que están generando un elevado nivel de incertidumbre política y económica en el viejo continente y en el mundo. Un periodo de malestar, por ahora breve, en el que están renaciendo movimientos xenófobos que desembocan a veces en violencia frente a los productos y personas que llegan de otros  países. Un fenómeno que, precisamente, se está dando en Europa, donde  se presume de variedad racial y multicultural, y especialmente en Francia, donde a finales del siglo XVIII, se pusieron los fundamentos de los principios de libertad, igualdad y solidaridad que reinan en Occidente y que ahora parecen hallarse en crisis. Así lo atestigua el que la candidata ultraconservadora del Frente Nacional, Marine Le Pen, aparezca en las encuestas como la alternativa política más votada, con un programa  que propone una vuelta atrás: la salida de la Unión Europea bajo el argumento de que su pertenencia ralentiza el crecimiento de la economía gala. 

Para revitalizarla, Le Pen propone el patriotismo económico, es decir, despertar una actitud cívica que anime a los ciudadanos a comprar productos franceses. Esto, según ella, ayudaría a relanzar el crecimiento, salvar la industria y financiar el sistema de protección social. Se generarían cientos de miles puestos de trabajo para los franceses en cinco años. Para conseguirlo, entre otras medidas, instauraría un impuesto a las contrataciones de extranjeros, aunque sólo afectaría a los empleos de nueva creación.

Este espejismo de que las políticas proteccionistas mantienen los puestos de trabajo ya ha sido profetizado a lo largo de la historia por varios aprendices de brujo, con resultados siempre catastróficos. La promesa resulta muy atractiva para los votantes pero, al final, acaba en desastre, tal como demuestra la Teoría Económica. Un circuito que se autoalimenta con la presión de algunos empresarios que piden protección y con el populismo de ciertos visionarios políticos que acaban por presentar esta intervención como algo necesario y conveniente.

Si ganase Le Pen en la segunda vuelta, habrá «Frexit»: la salida oficial de Francia de la Unión Europea. Algo parecido a lo que está sucediendo en Reino Unido. Afortunadamente, en las últimas encuestas parece que  está perdiendo altura y que, en cambio, poco a poco, suben otros candidatos más sensatos, como  Macron y Fillon, que quieren mantener la permanecia de Francia en la zona euro. Ambos creen que, frente al separatismo populista, la unión hace la fuerza y que, a la larga, una Europa cohesionada cosechará mayores beneficios para sus habitantes y sus productos.

El freno a la extrema derecha

Este avance de los partidos más abiertos, es decir, los favorables a la diversidad cultural, los derechos humanos y el libre mercado, indica que el populismo está perdiendo adeptos en Europa. Son un ejemplo las recientes elecciones de Holanda, en las que, a pesar de que el partido de extrema derecha de Wilders era favorito en las encuestas, al final los holandeses dieron mayoría de escaños al partido de Rutte (VVD), quedando Wilders en segunda posición. 

Esto podría significar que todavía se apuesta por una Europa sólida y con ganas de seguir en la lucha del libre movimiento de capital y de personas, lo que permitirá que más empresarios quieran invertir en nuestros países gracias a las facilidades que el mercado único les ofrece. Se trata de poner menos barreras al comercio para conseguir costes y precios más bajos, mayor variedad de productos, solidez en el tejido empresarial y una mejora e incremento de la  productividad, los conocimientos y la competitividad.

Por tanto, las elecciones de mañana deben enfocarse desde la perspectiva de que, al final, en segunda vuelta, el populismo no triunfará, y de que, con una Francia sólida, Europa se mantendrá más estable y unida. Esto permitirá aumentar el crecimiento económico y el empleo a largo plazo.  Si el país vecino vota por tener un gobierno sensato, se cumplirá el objetivo de crecimiento económico para Europa previsto esta semana por el FMI, cercano al 2%. Por su parte, la economía mundial crecería en 2017 un 3,5%  frente al 3,1% que el Fondo había estimado en sus proyecciones del año pasado. Y para  2018 se espera que sea todavía mayor: un 3,6%. 

Un escenario que será tanto mejor en la medida en que se reduzcan los riesgos que en este momento acechan el panorama económico mundial: a) el proteccionismo (que acompaña a todos los movimientos populistas), b) las malas condiciones financieras en algunos países emergentes y los problemas de algunos bancos europeos, c) las tensiones geopolíticas como las que están surgiendo entre EEUU, Corea del Norte y Siria d) la falta de cooperación internacional y e) la inestabilidad en los precios de las materias primas, así como la volatilidad en los diferentes tipos de cambio de las monedas, que están provocando un elevado nivel de incertidumbre en los mercados globales.

Por tanto, en este contexto, el rumbo de un país como Francia cuenta para todos los demás, y mucho. Si en segunda vuelta ganasen Macron o Fillon, se podrían poner las bases para obtener un crecimiento económico más sostenible a nivel global, con un modelo económico incluyente, que busque la cooperación internacional, mejorando los derechos humanos en un mundo que sería cada vez más solidario, con mayores niveles de igualdad, crecimiento económico y menores conflictos políticos. Que los franceses voten por que así sea.

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