Los experimentos, sólo con gaseosa
7 de diciembre de 2015
Por admin

Cuando un gobierno genera incertidumbre, el resultado es la desconfianza económica, algo que perjudica el crecimiento. Esta falta de un horizonte de estabilidad impide el emprendimiento. La mayoría de navarros reclaman que nuestro Ejecutivo deje en paz lo que ya funciona aceptablemente. No se están quietos porque les puede el resentimiento, tras tantos años sin tocar poder. El gobierno cuatripartito está obsesionado con introducir cambios, pero sus múltiples propuestas y sus rectificaciones inmediatas demuestran improvisación y una falta de consistencia absolutas. Lo único que Bildu (la formación que realmente manda en el Palacio foral) tiene muy claro es pervertir la identidad de Navarra. Sin embargo, esta obsesión imparable por propagar el sentimentalismo nacionalista no admite el freno de una serena racionalidad, con lo que sus intentonas han provocado una gran contestación social. Lo que ha ocurrido con el inglés en la educación prueba cuanto afirmo.

En donde están dando más palos de ciego es en la economía. Ni han pensado bien antes de declarar disparatadas ocurrencias, ni tampoco convencen cuando las rectifican. Tanto barullo consigue que el escenario no sea predecible, lo que causa temor y conduce al estancamiento. No se han enterado de la globalización y de que ningún profesional valioso se instala en un lugar donde la presión fiscal es casi el doble que la de algunos países de la OCDE. Si, además, la inseguridad jurídica campa por sus respetos, la tormenta perfecta para ahuyentar al inversor está servida. El primer fiasco del Ejecutivo foral, tan manifiesto como inexcusable, es su incapacidad para preparar y aprobar a tiempo los presupuestos generales de Navarra. Han tenido cinco meses largos, pero no les ha dado tiempo por que las cuestiones viscerales han primado sobre las racionales. Los ciudadanos se asustan cuando ven en YouTube actuaciones más propias de un programa de humor que las de un debate legislativo. Lo patético es que, a esos divertidos intérpretes, las urnas les han otorgado la responsabilidad de decidir el destino de los 3.500 millones de euros, cantidad de la que depende nuestro bienestar. Un hecho que delata la altura de miras del cuatripartito es el rechazo a una petición del Partido Popular que contaba con el apoyo de UPN y PSN.

El PPN (partido que ha defendido siempre el autogobierno de la Comunidad foral) había solicitado unos informes jurídicos al Consejo de Navarra y a los letrados de la Cámara, con el fin de analizar la adecuación del Proyecto de ley de medidas tributarias al Convenio Económico en su artículo 7. El texto especifica que la presión fiscal en Navarra debe ser equivalente a la del Estado.

Como el cuatripartito no gobierna para todos, sino para los intereses de los suyos, y “al enemigo, ni agua”, la solicitud de información fue denegada, algo que nunca había sucedido. ¿Será porque temen que los letrados pueden dar razones para echar abajo una reforma que convertirá a Navarra en un infierno fiscal?

Quizá la sociedad civil debiera organizarse y recurrir esa nueva norma. Sorprende la credulidad de los políticos cuando estiman que subirá la recaudación haciendo lo imposible para que escapen a la carrera los mejores contribuyentes. Sra. Barkos: los experimentos, con gaseosa. ¡No juegue con el porvenir de Navarra!

Por último, saco a colación una cuestión distinta, ante la inminencia de las elecciones. Conviene que los partidos constitucionalistas se pongan de acuerdo en la papeleta del Senado para evitar que su fragmentación facilite un regalo de escaños al radicalismo. Dentro del cuatripartito hay más contradicciones internas, pero… pactan. UPN, PSN y PPN debieran hacer lo mismo o defraudarán a sus  votantes.

Publicaciones relacionadas