Los males empiezan por la deuda
18 de junio de 2018
Por admin

Si tuviera que recomendar un solo libro entre las numerosas obras publicadas en la última década que tratan de las causas y los efectos de las crisis económica, elegiría, sin duda, el trabajo de Carmen Reinhhart y Kenneth Rogoff Esta vez es diferente. Ocho siglos de necedad financiera. Y lo haría porque se trata de un estudio de gran ambición, que utiliza datos de más de sesenta países a lo largo de varios cientos de años, y, además de ofrecer una información muy valiosa al lector, plantea hipótesis interesantes con respecto a lo que ha sucedido en el pasado y a lo que podrá ocurrir en el futuro. Por ello no es estrictamente una obra histórica, sino más bien una reflexión sobre nuestros problemas actuales a partir de la información que el pasado nos ofrece.

Una tesis fundamental de la obra, que el lector detectará fácilmente con la mera consideración de su título, es la existencia de notables semejanzas en las crisis a lo largo del tiempo, aunque los economistas y los políticos afirmen, en cada caso, que han aprendido de lo que sucedió en el pasado y están haciendo las cosas mejor que en otras ocasiones. Entrando ya en el análisis de cuestiones concretas, los autores señalan que la característica que se repite con más frecuencia en las crisis es la acumulación excesiva de deuda, sea esta pública o privada. Y estos altos niveles de endeudamiento hacen a las economías más vulnerables, ya que generan falta de confianza en los agentes económicos. Otro rasgo interesante que se apunta en el libro es la relevancia de las crisis bancarias y la relación que existe entre estas y el aumento de la deuda pública, que se genera a través de un mecanismo de reducción de ingresos fiscales, por una parte, y de incremento de gasto público, por otro.

Pero, sin duda, la tesis de Reinhart y Rogoff que más debate ha generado ha sido la que establece una correlación inversa entre tasas de crecimiento y niveles de deuda pública, especialmente cuando los países tienen un porcentaje de deuda sobre PIB muy elevado; y en un artículo (“Growth in a Time of Debt”) que publicaron en la American Economic Review en 2010, el año siguiente de la aparición del libro, cuantificaron el coste que supondría mantener niveles de deuda por encima del 90% del PIB en aproximadamente un 1% del PIB cada año. Este estudio tuvo mucha repercusión, al menos por dos motivos. El primero, que fue citado por algunos políticos como evidencia en favor de sus estrategias dirigidas a evitar el crecimiento excesivo de la deuda pública en unos momentos de fuerte contracción de la actividad económica. El segundo, que un grupo de profesores norteamericanos encontraron en él errores de cálculo. Errores que serían reconocidos por los autores del artículo, pero que traspasarían las fronteras del mundo académico al ser utilizados por los críticos de las políticas de control de la deuda y el gasto público para rechazar su tesis de que un endeudamiento muy alto puede tener consecuencias negativas para el crecimiento en el medio y largo plazo. Sin embargo, al margen de que algunas cifras puedan estar equivocadas, la tesis es sólida y hay buenos argumentos teóricos y empíricos que la apoyan.

Los numerosos datos que este libro ofrece permiten su utilización en campos muy diversos de la economía. Por citar un tema de gran interés, cabe analizar el caso de un país concreto, comparar sus cifras con las medias calculadas por Reinhart y Rogoff y hacerse, por ejemplo, preguntas del tipo: ¿los efectos de la crisis sufrida por España en la última década responden al patrón general o son significativamente diferentes? ¿Qué variables siguen la norma y cuáles muestran diferencias relevantes? La importancia de estos estudios es evidente porque permiten no solo determinar el grado de la peculiaridad de las crisis nacionales, sino también dar orientaciones a las políticas económicas a aplicar en cada caso. Pues bien, por seguir con nuestro ejemplo, los datos del libro nos permiten afirmar que, en España, la caída que experimentaron, como consecuencia de la última crisis, variables tan relevantes como el PIB, el volumen de la deuda pública, el índice de la bolsa o el precio de la vivienda responden, en términos generales, a los datos medios calculados por Reinhart y Rogoff, pero encontramos una diferencia significativa en la evolución de la tasa de paro, que indicaría que la economía española presenta peculiaridades importantes en su mercado de trabajo.

¿Realmente no hemos aprendido nada del pasado? La economía puede no ser una ciencia exacta, pero es capaz de reconocer en qué se equivocaron, en su día, determinadas políticas. Y si comparamos la última recesión con lo que sucedió en la otra gran crisis del último siglo, la Gran Depresión de los años 30, vemos que, al menos en dos aspectos, lo hemos hecho hoy mejor que entonces. El primero, la política monetaria, que ha impedido, después de 2008, una caída fuerte del nivel de precios, como ocurrió en la gran depresión. Y el segundo, la política de comercio exterior, ya que parece que los Gobiernos han sido conscientes de que el cierre de fronteras que tuvo lugar en los años 30, lejos de ser una solución al paro y a la caída del PIB, empeoró las cosas de forma significativa. 

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