Planificación y totalitarismo
24 de julio de 2018
Por admin

«A los socialistas de todos los partidos». Con esta dedicatoria empieza Camino de servidumbre, el libro más conocido del gran economista austriaco Friedrich A. von Havek. Este ensayo se publicó en Londres el año 1944. Escrito en plena Guerra Mundial, refleja las preocupaciones de un liberal convencido con respecto a lo que podría ocurrir al final de la contienda, en un mundo en el que, tanto en la izquierda como en la derecha, cobraba fuerza creciente la idea de que la economía debería orientarse hacia la planificación.

Hayek no era, ciertamente, un desconocido en 1944. Nacido en Viena el año 1899, ingresó en 1918 en la universidad de su ciudad natal, donde estudió derecho y economía. Entre 1927 y 1931 fue director del instituto Austriaco de Investigaciones Económicas; y en 1931 se trasladó a Inglaterra como catedrático de la London School of Economics. Su prestigio creció rápidamente hasta el punto de que, a principios de la década de 1930, se debatía sobre si el economista más importante del mundo era Keynes o era Hayek.

Pero pronto llegarían los años de la gran depresión, frente a la cual los dos grandes economistas mantenían posiciones divergentes, con la opinión de los profesionales dividida con respecto a sus méritos respectivos. Y las ideas de Hayek fueron derrotadas. El año 1936, Keynes había publicado su Teoría General, que se impuso de forma rotunda tanto en los ambientes académicos como en los políticos. La obra analítica de Hayek, en cambio, cayó en el olvido. Lo que en 1931 se consideraba un análisis innovador del ciclo económico, basado en la idea de que una política monetaria en exceso expansiva distorsiona los tipos de interés y la inversión y acaba generando una crisis, no pudo resistir los efectos de la gran depresión y, sobre todo, de la explicación keynesiana que aportaba un modelo basado en la insuficiencia de demanda, que abría el camino a políticas económicas centradas en un fuerte crecimiento del sector público y en el abandono de las reglas de la ortodoxia.

Tras fracasar en este debate, Hayek se fue apartando del análisis económico teórico para convertirse en uno de los grandes científicos sociales de la segunda mitad del siglo XX. Y con Camino de servidumbre inició la publicación de una serie de libros en los que reflexionó sobre el futuro de urna sociedad occidental que parecía entonces dispuesta a abandonar los principios básicos de la libertad para sustituirlos por los de un socialismo que acabaría destruyendo, en su opinión, los fundamentos mismos de la democracia.

Para el profesor austriaco, en efecto, el control por el Estado de la actividad económica llevaría necesariamente a la decadencia de la libertad de los ciudadanos y de la democracia misma. Es importante señalar que Hayek nunca fue un libertario radical. Siempre creyó, en cambio, en la importancia del derecho y el Estado para garantizar el desarrollo de un orden político y económico liberal. Pero pensaba que, cuando el Estado pretende controlar y planificar la economía, no sólo lo hace mal, desde el punto de vista de la eficiencia, al carecer de la información necesaria para ello; resulta, además, que abre el camino hacia la tiranía Y, en su libro, utilizó el ejemplo de Alemania para ilustrar sus argumentos. Al estudiar la historia del pensamiento económico en aquel país, apuntó la idea de que siempre existió en él una corriente estatista muy relevante. Y afirmó que muchos de sus economistas fueron, primero, socialistas de cátedra con el Imperio; luego, socialdemócratas en la República de Weimar; y finalmente colaboraron en la economía dirigida desde el Estado en los años del nacionalsocialismo. Y lo más importante es que, en su opinión, para adaptarse a estos cambios políticos no tuvieron que modificar mucho sus ideas económicas.

Camino de servidumbre fue un gran éxito editorial y generó un amplio debate desde el momento mismo de su publicación. Muchos economistas acusaron a Hayek de exagerar los efectos negativos de la planificación y el estado del bienestar y argumentaron que una sociedad libre puede existir incluso si el Estado controla buena parte de la actividad económica. Hoy, setenta años más tarde, sabemos que, afortunadamente, algunas de las peores profecías de Hayek no se han cumplido. Pero no cabe duda de que su libro plantea problemas reales, que siguen presentes en nuestra sociedad; y la idea de que no es posible la libertad y la democracia política sin libertad económica sigue teniendo plena vigencia. 

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