Solución para Venezuela desde la economía
29 de enero de 2019
Por admin

Los sucesos que se están produciendo en Venezuela, no por ser menos esperados son menos importantes. Respetando el actual marco constitucional ya de por sí muy deteriorado, el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó está recabando el apoyo internacional para acabar con un régimen político que ha sumido a Venezuela en la mayor debacle económica del siglo XXI.

Algo que parecía tan alejado, como era el hundimiento de un país a base de un proceso hiperinflacionario y la práctica desaparición de la libre empresa, ha sucedido en uno de los países más prósperos y con mayores riquezas naturales de América Latina en pleno siglo XXI. 

El guión de la destrucción económica seguido por el difunto Hugo Chávez y hasta ahora por Nicolás Maduro no es muy distinto al ya aplicado tantas veces a lo largo de la Historia y cuyo exponente más cercano geográfica y temporalmente es Cuba: un proceso acumulativo a lo largo del tiempo de retroceso de las libertades más básicas, combinado con ataques primero puntuales y después generalizados hacia la propiedad privada y con una política de creación de inflación cada vez más agresiva. Llevar al estrés máximo a la economía venezolana ha provocado la pérdida de un tercio de su PIB anterior en menos de cinco años, cosa que solo ocurre en momentos de guerra, y una depreciación en el mismo período del bolívar frente al dólar del 99,98 por ciento.

En virtud de esta catástrofe económica, el país más tarde o más temprano tenía que reaccionar, tanto internamente como frente al exterior. La primera reacción ha estado basada en la salida continuada de capitales y personas en los últimos años, especialmente en los dos últimos con fuertes flujos migratorios hacia los países vecinos como Brasil y Colombia, incluso Perú también. Ya son más de tres millones de personas las que han huido del país en lo que se está catalogando como el mayor movimiento migratorio de América en toda su Historia, así calificado por el portavoz de la secretaría general de la ONU. En un clima de represión continuada, la reacción era de esperar pero faltaba un elemento básico: quién o quiénes serían los primeros en comenzar una rebelión frente a la dictadura chavista y frente a la parálisis de algunos sectores clave del país como la cúpula del Ejército.

Llegados a este punto, la salida para Venezuela desde el lado económico es evidente: se necesita un cambio de régimen para llevar a cabo un proceso de reconstrucción de los pilares económicos más básicos como es el suministro de alimentos, energía y bienes de primera necesidad. Y aquí, al igual que sucede en el plano político, es imprescindible un apoyo económico fuerte y continuado en el tiempo de los países de la región y de los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Como ha sucedido en otros países que han sido destruidos por procesos hiperinflacionarios, el primer paso es la creación de una nueva divisa respaldada por activos reales, pero que lamentablemente no podrá contar con las antaño voluminosas reservas de oro, ya que están en su mayor parte pignoradas en operaciones de financiación que son imposibles de poder repagar. En el año 2000, Venezuela contaba con 311 toneladas de oro, mientras que a día de hoy registra 161 toneladas según el World Gold Council en el tercer trimestre de 2018 y 134 toneladas oficialmente reconocidas por el Banco Central de Venezuela.

El segundo paso es restablecer los fundamentos básicos de la economía de mercado como es devolver las propiedades robadas a los venezolanos y a los inversores extranjeros y ordenar el actualmente monstruoso sector público controlado por los chavistas. Recuperar los sectores más importantes de la economía venezolana evidentemente pasa por la industria petrolera -controlada por China y las líneas de financiación que ha ido extendiendo al régimen en los últimos añosy por la minería. Pero no se puede confiar en que sea el único motor de la recuperación, dado que, al grado de destrucción económica actual, ni un barril de petróleo a 140 dólares podría salvar las cuentas exteriores y el enorme déficit de la estatal Pdvsa, la cual según cálculos de la OPEP necesita con urgencia inversiones por valor de 10.000 millones de dólares si se quiere evitar su hundimiento. Solo para hacerse una idea: la producción de petróleo ha caído a la mitad en cinco años, pasando de 3 millones de barriles al cierre de 2014 a menos de 1,5 millones a noviembre de 2018.

Y, por último, al punto de sofisticación y minuciosidad al que hemos llegado en el momento actual para perseguir fenómenos como la evasión fiscal, el fraude o el blanqueo de dinero, es necesario aplicar estos procedimientos y medidas para cortar las vías de financiación del régimen bolivariano enquistado en un país tan importante para América Latina como es Venezuela desde hace más de dos décadas. En este sentido, es una señal muy positiva la implicación tanto de Estados Unidos como de todos los países vecinos de Venezuela, los cuales son agentes clave a la hora de bloquear los fondos que financian la dictadura de Maduro y, de esta forma, estrangular financieramente a los partidarios del régimen actual.

En suma, estos son sin duda los primeros pasos de una reforma económica que costará muchos años para enderezar el rumbo de Venezuela. Quizá el punto positivo esta vez es la fortaleza económica de sus vecinos -Colombia y Brasil- que junto a otros países del continente americano serán clave para sanear la economía y facilitar la llegada de nuevas inversiones. 

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