El declive del contrato fijo
25 de junio de 2018
Por admin

Siento desilusionar a los jóvenes obsesionados por la seguridad de su futuro empleo, esos que quieren amarrar de la cuna a la tumba una estabilidad tal que les libere de vicisitudes. Tener un contrato fijo en la misma empresa durante toda la vida, que constituye el sueño de todo japonés, será cada vez más improbable. El futuro cada vez resulta menos predecible. Hoy, adiestrarse en una actividad susceptible de ser realizada por un robot supone un error. Vienen tiempos en los que la intuición para interpretar lo que sucede, unida a la versatilidad para adaptarse a un mundo aceleradamente cambiante, serán las claves del éxito.

Por tanto, lo importante ya no es tener un contrato fijo en lugar de uno temporal, sino comenzar a trabajar en una tarea que guste y ayude a desarrollarse. Como nadie sabe qué actividad suscitará más demanda dentro de un simple lustro, conviene hacerse a la idea de que ya no hay empresas seguras, y que la mejor garantía para convertirse en el profesional del futuro pasa por cultivar el propio talento distintivo. El primer paso consiste en descubrirlo. Ahora, un trabajo fijo puede transformarse en una trampa si te atrapa y te congela las neuronas de por vida, mientras que un empleo temporal contribuye a que aprendamos a reinventarnos conforme cambia la coyuntura, flexibilidad que otorga una autonomía admirable.

Actualidad Económica

Si comparamos la tasa de temporalidad en el trabajo para los jóvenes europeos entre 15 y 24 años y la de las personas con más edad, vemos que la diferencia es grande, con España a la cabeza. Esta situación en nuestro país se debe en parte al peso en el empleo del turismo estacional, lo que provoca que a los jóvenes se les hagan más contratos temporales cuando encuentran trabajo en este sector. Otro caso paradigmático sería el de Alemania, donde está implantada la formación dual, un modelo que, al compatibilizar la escuela con el trabajo en la empresa, favorece que la etapa de formación y la eventualidad se prolonguen. El extremo contrario es el Reino Unido, cuya baja indemnización por despido propicia lograr un contrato fijo. 

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