Optimismo razonable en el empleo
6 de marzo de 2017
Por admin

Uno de los mayores errores que se puede cometer en política y economía es el de las medidas ‘prêt-à-porter’, aquellas que establecen las mismas recomendaciones para todo tipo de lugares, sin tener en cuenta sus circunstancias. Así, no es lo mismo una economía industrial que otra orientada al sector servicios o al primario, ni una que atraviesa un problema coyuntural que aquella que debe cambiar por completo su modelo productivo. Por eso, en materia de empleo es necesario comprender las causas de la caída y las claves de la recuperación, para ver si ésta se puede apuntalar o si, por el contrario, hace falta buscar un nuevo motor de crecimiento. Para ello tendremos en cuenta dos cifras: cuánto empleo se ha perdido durante la crisis y qué porcentaje de éste se ha recuperado.

En primer lugar, nos encontramos con las regiones que han sufrido un mayor varapalo, con una pérdida de masa laboral superior al 15% desde los niveles de 2008 hasta los valores mínimos. Este grupo es muy heterogéneo, ya que algunas se recuperan a buen ritmo (Murcia y Andalucía, gracias sobre todo a que el turismo extranjero ha tomado el relevo de la construcción), pero otras languidecen (Galicia y Asturias), por lo que tienen la necesidad imperiosa de buscar nuevos nichos de generación de trabajo. Para ello, es vital atraer inversión extranjera y desarrollar nuevos sectores, algo que también le conviene a Aragón. Cataluña y Comunidad Valenciana, por su parte, cuentan con un enorme potencial turístico que les puede ayudar a escalar posiciones, aunque parece que no lo quieran aprovechar, especialmente Barcelona.

Vocento

En segundo lugar, hay comunidades que han sufrido una pérdida notable de empleo, pero dentro de la media española. Casi todas ellas (Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha y La Rioja) se han recuperado a un ritmo medio, lo que significa que todas ellas deben incrementar sus esfuerzos. Especialmente Madrid, que es la que posee un mayor potencial por su mayor masa crítica y que, hace tan sólo unos años, ganó mucho impulso con la introducción de competencia en los servicios públicos, la liberalización de horarios comerciales y las rebajas de impuestos. Sin embargo, en los últimos tiempos, ha perdido buena parte de este liderazgo, lo que la deja rezagada en materia laboral. Por su parte, Extremadura tampoco está logrando recuperar el pulso, ya que el peso del sector pú- blico (es la región donde, en términos relativos, hay más trabajadores públicos) aplasta la iniciativa privada.

Por último, quedan aquellas comunidades menos golpeadas por la crisis, pero que también arrojan fuertes diferencias. Por un lado, Canarias y Baleares ya han superado los niveles de empleo de 2008 gracias al tirón del sector turístico, lo que evidencia la necesidad de no ponerle trabas, por mucho que desde la izquierda se le acuse de ser el causante de la temporalidad del mundo laboral. Por otro, Navarra, Cantabria y País Vasco han resistido gracias a la solidez de la industria con distinta flexibilidad: mientras que la comunidad foral ha ganado peso rápidamente, la economía vasca es la más lenta en su recuperación de toda España. Esto significa que, aunque el ecosistema empresarial vasco soporta bien las crisis, su escasa flexibilidad laboral no incentiva la entrada de nuevas. 

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